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miércoles, 19 de octubre de 2011

El desliz de lo extraño



No había relámpagos ni soles más luminosos que los sueños desprendidos y atenazados en grandes pasiones, en momentos de placer y de agonía.
Ya caminábamos por las estrellas más calientes o las lunas más frías, ya volábamos como pájaros desprendidos de su nido sin amamantar o sólo por dejar las copas de los árboles y llegar a las montañas.
No había fuegos fatuos capaces de alcanzar las llamas de los deseos y las pasiones que ni fatuas ni modestas danzaban en espirales de sueños adúlteros que de tanto, hasta virtuosos se volvían.
Qué necedad la de querer imaginar que podía haber algo más sublime que eso mismo, lo sublime está en sentido perdido y las pasiones encontradas, más allá de la estúpida razón adjetivada en la propia estupidez.
Es el desliz de lo extraño y lo mágico que perpetua para siempre el insondable momento de vivir.

lunes, 17 de octubre de 2011

El mundo está...


El mundo está tenebroso, casi no se siente la luz, casi no se siente la oscuridad.

Volteo y no veo un antes mejor, ese sueño ideal de que los tiempos pasados eran mejores, no, no los veo.

Enmarcados entre sueños y derrotas, entre utopías que duran siglos y luego, después de tanto y tanto, desaparecen, son fugaces, son una pizca de realidad, de la realidad del tiempo, para quien eso no es nada, sólo una pizca.

Cada mañana amanece con más temor, parece que la luz se esconde detrás del sol y no quiere iluminar, hasta la oscuridad se siente tenebrosa.

Pero sobre todo tengo la triste o alegre certeza de que esto volverá a suceder en otro tiempo, porque a final de cuentas al tiempo qué le importa el tiempo, si es sólo tiempo humano, es decir, un instante en su propio tiempo.

Ah, pero los sueños siguen, y comienzan de nuevo y vuelan y rompen sus alas y siguen por tierra y agonizan de nuevo, con formas diferentes, con pasiones renovadas o resucitadas del más profundo infierno o el más inmenso infinito.