domingo, 9 de mayo de 2010
Una de brujas: Primera entrega
Yo, soy la chingada, así es como he pasado a la historia, como la chingada, pero digo que soy la puta porque así me han llamado también, no he podido saber cuándo dejé de ser un ser humano. Trataré de descubrirlo mientras narro la historia de mi vida. Aunque claro yo soy una maldita bruja. Nací princesa, luego fui esclava por partida doble y finalmente pasé a ser la chingada y un adjetivo calificativo para juzgar a los renegados, la historia ha sido injusta.
Yo, soy Juana Inés de Asuaxe y Ramírez de Santillana, pero vosotros me conocéis como Sor Juana Inés de la Cruz, por ahora no importa dónde nací o quiénes fueron mis padres, más adelante, cuando lo amerite, os lo diré.
Por ahora os digo que soy una maldita bruja, aunque generación tras generación he pasado a la historia (y creo que lo seguiré haciendo) como la gran poetisa de México o al menos algo por el estilo, por alguna extraña razón figuro en los libros como eso, sólo eso, pero han olvidado o han querido olvidar como suelen hacerlo los mexicanos, que fui una maldita bruja.
Yo, soy la maldita Belga entrometida, aunque para el común de los ignorantes soy otra francesa. Yo toda una aristócrata, emperatriz de una parvada de animales, engendros, a los que alguna vez tuve que consolar por ser pobres, como si yo tuviera la culpa. Yo, que me crié entre reyes, príncipes y mantas de seda. Yo, que por la gracia de Dios y la bendición de todas las coronas llegué a llenar de gracia un pueblo maldito, una tierra pobre y precaria donde no habitaba nadie digno de mí. Pero mi orgullo se doblegó y tuve que convencer a mi esposo de que la única oportunidad que teníamos de ser reyes era ese país. Por mi inteligencia y el gran amor que Maximiliano sentía por mí es que es que lo pude sacar de esa mediocridad, de ese conformismo. Por eso y más, es que yo soy una maldita bruja.
Yo, bueno, no importa cómo me llamo. Nací en el siglo XX, en un país que tiene todos los niveles económicos, eso dependiendo de en que parte del territorio se encuentre uno. No soy un personaje importante en la medida de figurar en la historia de las grandes mujeres, pero represento una pequeña parte de cada mujer contemporánea, algunas se identificarán, otras casi no, otras un poco y seguramente muchas nada de nada, no porque no lo puedan hacer sino porque no salen de su claustro interno, y lo único seguro de todo esto es que soy una maldita bruja.
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