Los políticos tienen una profesión que se llama política, sí así, oh, bueno no podía ser otra, ¿o sí?, pues pareciera que sí.
Hoy dicen cosas extrañas, como que nos ocultan información a los ciudadanos por nuestro bien, que lo tienen que hacer para que sobreviva la democracia, bien, podría ser así pero entonces no existe la democracia. La base de la democracia es la toma de decisiones por parte de todos los integrantes de la comunidad o grupo, y si eso no se cumple no existe a democracia.
Cuenta la historia que en algún lugar lejano existe un país donde todo es democracia, donde los ciudadanos tienen sus propios asuntos, cada quien se dedica a lo que mejor sabe hacer, o lo que ha decidido hacer, hay ingenieros, plomeros, profesores, doctores, jardineros, electricistas, cada quien en lo suyo. Pero también servidores públicos que se dedican a ordenar los asuntos de todos, esos servidores son parte de los ciudadanos que tienen esa comisión y el pueblo les paga por ordenar las cosas que no tienen incidencia directa con la actividad primaria a la que se dedican, pero que si no están si les afectan, como la seguridad, la educación, los servicios públicos (agua potable, electricidad, comunicaciones, etc.), ellos también son administradores, ingenieros, profesores, abogados, gente que tiene el conocimiento para realizar las actividades que los ciudadanos les han solicitado que hagan.
Para que esos ciudadanos tengan un empleo así, requieren presentar sus propuestas de trabajo al resto de los otros y explicarles qué y cómo se van a hacer las cosas para el bien de todos, y pueden hacerlo dos o más personas, para que el pueblo decida cuál es la mejor opción. No son propuestas ideológicas, son propuestas de trabajo, de hacer cosas, con el dinero de los ciudadanos, no se trata sólo de administrar, no, es también procurar los servicios de la mejor manera, ordenarle pues los asuntos al pueblo.
¿Pero qué pasa en la realidad?, los servidores públicos se convierten en políticos y hacen política, se casan con una ideología o una mezcla nada uniforme de ideologías pero que resultan ser suficientes para enredar a la ciudadanía que metida en sus propios asuntos trata de dejar a un ciudadano “como él” para que ordene las cosas comunes (comunes a todos los ciudadanos) e incrédulo de ello permite que un grupo de fantoches hagan sus propios negocios con su dinero, con, sí, así, el fruto de su esfuerzo, ¿suena a discurso político?, sí, lo han usado así, pero no lo es, eso si que es la realidad.
De pronto pasa de ser un político a un conspirador, ah, pero es que las conspiraciones son geniales, divertidas y entretienes a las personas, armas juegos de espías y le dices a la gente que todo es por su bien.
Me gustaría vivir en Utopía.
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