¿Te acuerdas cuando abrimos aquel baúl?, encontramos un montón de cosas que ni pensábamos, nos sentamos sobre él durante tanto tiempo, lo ignoramos durante tanto tiempo, lo usamos como fuente de inspiración mientras veíamos a través de la ventana hacia un infinito, un sueño, un dolor.
En aquel baúl guardábamos todo lo que no queríamos recordar, y todo lo que se quedó por no tener tiempo, por no perder tiempo, por no atenderlo, por dejarlo para después.
En aquel baúl donde quedaron los sueños que no realizamos en la niñez, en la adolescencia, en la juventud, en la adultez. Encontramos esas alegrías que pasaron y nos hicieron un poco más felices, esas amarguras y dolores que nos hicieron más fuertes y veces más duros, a veces más blandos.
Encontramos las navidades pasadas, no como las de Dickens, no, las nuestras, las que tienen un toque de realidad, de felicidad, de sueños, dolor, alegría. Encontramos arbolitos llenos de magia multicolor, de realidad infantil.
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