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viernes, 29 de abril de 2011

Algún extraño día...


Algún extraño día, en algún extraño lugar donde la vida pasa
y la muerte llega como llega el viento, el polvo en un desierto.
No pasa, se queda, se convierte en mal, se convierte en dolor.
Actúa como si no pasara nada.

Algún extraño día, en algún extraño lugar llegó la muerte
y ahí se quedó, jugó, paseó por los rincones, por los sueños,
volvió a sentarse en el espacio que pronto quedaría vacío.
Actúa como si no pasara nada.

Algún extraño día ella llega, a veces la esperas, a veces no,
pero ella siempre llega en el momento preciso, y el momento preciso
es el que ella escoge, cuando el alma se ha enfriado, nunca antes, nunca después.

En algún extraño lugar ahora está ahí, sin pedir permiso, sin dejar huella, sin siquiera importarle.

jueves, 28 de abril de 2011

Reencuentro


Hace muchos, muchos años, muchas generaciones, muchas guerras, una libertad, una nueva colonia.

Un día se perdió la gloria y se peleó por poder, por dinero por orgullo, no más por justicia, no más por libertad.

Y caminaron y se encontraron en un lugar diferente y se reencontraron con la vida, de nuevo la vida: tierra, agua, animales, árboles, sueños y cosas por hacer, muchas cosas. Iniciaba un nuevo ciclo, y todo volvía otra vez a empezar.

Pero hubo una niña con sueños más grandes y deseos de aprender, dudas que no resolvían los padres ni los abuelos. Una niña que caminaba más allá de lo posible, pero que quería caminar más allá de lo imposible. Una niña que se llamaba Arianrhod y cuyo nombre provenía de un pasado más lejano que la misma vida, que las guerras que la destruyeron y la volvieron a construir, su nombre era de un pueblo que en otros tiempos se hacía llamar Celta, era la diosa de las estrellas y la reencarnación y ayudaba con los recuerdos y los obstáculos.

Y entonces Arianrhod, reemprendió el descubrimiento del pasado de la humanidad ayudada por personajes que sólo alguien como ella podía tener a su lado en un momento azaroso, que huían de otras tierras o buscaban historias o perseguían sueños. Encuentran verdades, encuentran un destino cruel y uno feliz, encuentran un pasado inacabado y, que ahora saben, es su deber acabarlo para recomenzar.

Arianrhod los guía sin saberlo y ellos se dejan guiar, también, sin saberlo, porque ella es así.

Caminaron por esas tierras verdes, con amplias praderas, verdes, bosques hermosos, inmensos como nunca se habían visto en la historia de la tierra. Soñaron, lucharon, aprendieron. Caminaron por desiertos, pocos, pequeños, pero intensos, dolorosos como todos los desiertos. Navegaron por mares y ríos y recorrieron ansiosos los caminos que los llevaban a descubrir cosas nuevas, extrañas, fascinantes, que los llevaban a encontrar más personas o que les ayudaban a huir de ellas.

Es un tiempo sin tiempo, donde nacen los sueños y la vida vuelve a empezar, donde la maldad se esconde y acecha y vuelve a presentarse como siempre y como nunca. Descubren que conservaban muchas creencias del pasado perdido, que las religiones y las supersticiones eran lo más parecidas unas y otras en otros tiempos, en estos, en otras tierras, en estas y en otras gentes y en ellos mismos.

Los que no creían vislumbraban la importancia de encontrar respuestas en el mundo terrenal, en lo que quedó del antiguo mundo. Los que sí creían hablaban del juicio final, que se dio en una época remota de la historia y que sólo los elegidos repoblarían la tierra y los actuales habitantes de la tierra son los descendientes de ellos.

― Lo ves – dijo Kassia – Dios sí existe, ahí tienes la prueba eh.

Arianrhod hizo un movimiento de cabeza como de resignación y sonrió. Algunas cosas no cambian, algunas personas se reproducen, se reproducen eternamente, como su amiga Kassia, como ella misma.

miércoles, 27 de abril de 2011

Aquella noche



Aquella noche transcurrieron varias historias, varios momentos de nuestras vidas, las mías en silencio, las de él a viva voz, un compartir y sentir. Él me contó su historia de vida con ella y poco a poco me fui convirtiendo en su amiga y dejé de ser su amante, pero empecé a conocer un hombre como pocos. No era el hombre perfecto, era un hombre que amaba profundamente a su esposa e infinitamente a sus hijos. Te preguntarás qué hacía conmigo, con otra, era pasión, sólo éramos un par de amigos recostados en la cama, platicando, abrazados, pero platicando.

Esa noche hicimos algo parecido al amor, nos besamos, nos tocamos, de todo un poco, sólo un poco, fue rico, pero no lo que esperaba, o más bien lo que de alguna manera habíamos dicho que pasaría, esa noche tenía en mi mente otras cosas, pero fue decepcionante. Él había tenido un día largo… No, no es cierto, debo ser fiel a la verdad, fue patético.

Luego guardó silencio, ya no me abrazó, sólo se durmió, yo en ese momento me sentí una intrusa, no podía dormir, sólo quería salir de ahí. Era una maldita intrusa, ¿te das cuenta?, me sentía ajena a él, soledad, ahí, en un lugar extraño, no quería estar con nadie, quería alejarme de él, no oler su aroma, no escuchar su respiración, a veces fuerte, a veces tranquila y acompasada, no quería sentirlo cerca, quería llorar, quería salir de ahí. Pero me quedé, dormí a ratos esa noche, sólo a ratos, odiaba el momento en que había decidido emprender esa aventura, porque era un plan de de dos y terminó en algo muy solitario. No imaginas que tan enojada estaba, pero conmigo, con mi creencia por fuera.

no, no me daba ese sentimiento obtuso, mezquino, hipócrita, que mal llaman envidia de la buena. No, me daba alegría en el corazón y esperanza, aunque no fui consciente de eso hasta unas horas después. Esperanza sí, de saber que andan en el mundo seres como ese que saben amar y que había uno para mi por ahí.

Después, claro, lo odié por un tiempo como es natural y lógico, no sería normal si no lo hiciera.

martes, 26 de abril de 2011

Desde aquél día


Desde aquel día en que el águila y el cóndor se unieron, desde ese día en que derramaron sus lágrimas, algo empezó a cambiar más drásticamente en el mundo.

"El día en que la unión de las lágrimas que broten (desde los corazones) del Águila y del Cóndor, sanarán las heridas y fortificarán los espíritus, los cuerpos y las mentes de los Primeros Pueblos. Los guerreros (de la Luz) repelerán las espadas de los enemigos y darán término a la opresión, la explotación y la injusticia (vicios de tercera dimensión) en nombre de la Libertad". Así dice una antigua leyenda que forma parte de la tradición de todos los pueblos. Aunque ahora, ni nunca los hombres han sido puros, ni lo serán. La maldad humana es parte de su esencia. La bondad es algo que se aprende. Desde niños nuestros padres nos dicen qué hacer y qué no hacer. Pero aquellos sabios, en verdad sabían.

En la actualidad poco sabemos, poco se dice, se lo tragó el agua, se lo coció el hielo, se lo destruyó el sol, el hambre, la maldad humana, la falta de paz, de luz, de amor.

Había un tiempo cuando en la tierra los seres humanos se empeñaron en destruirse unos a otros como si sus cuerpos fueran eternos, como si nada fuese a acabar para ellos, como si el mundo fuera ellos, como si ellos fueran la luz y la razón de todo. Se acabaron a los humanos, a los animales, a las plantas y cuando ya no quedaba más se destruyeron a sí mismos, jugaron a ser dioses y se convirtieron en víctimas de su propio juego.

La tierra era un caudal de maravillas y lo mismo convivían seres humanos que animales y toda clase de vegetación.

Cuentan las historias, mezcladas con mitos y leyendas, que la tierra ya empezaba a protestar, que empezó a escasear la comida, el agua, y sobraba la lluvia, la sequía, las enfermedades salidas de todos lados, de las inundaciones, de los animales muertos, de la gente muerta, de putrefacción de la ciencia…

Todo eran pedazos de historia que trataban de explicar la vida. Las tradiciones heredadas de generación en generación.

Los sobrevivientes llevaron con ellos más miedo que historia, más terror que libros, aprendieron a sobrevivir

Se nos perdió el pasado, sólo quedan vestigios de algo horroroso que pasó en algún momento de la historia de este planeta, de los ancestros. No sabemos de manera exacta cómo es que sobrevivieron algunos y otros no.

lunes, 25 de abril de 2011

Si...


Si por alguna extraña razón te encontré

Si por alguna extraña razón estabas ahí

Si por alguna extraña razón llegaste

Tanto insististe, por alguna extraña razón, al menos para mí.

Si por el camino te encontré, fue un placer

Si por un beso cambié, fue un placer

Si por una mirada de esas, sentí, fue un placer.

Si por cierto la piel siente de nuevo el cosquilleo de unas manos ansiosas, pero tiernas, una sonrisa pícara y un beso que sabe a gloria.

Sí, por cierto, besas rico, pero eso no te hace tan interesante para mi espíritu como la singularidad de ese beso.

Ese beso, mmmm, ese beso compromete una serie de sentires, no, no de sentimientos.

Ese beso, compromete la pasión, el deseo, la sensibilidad, la emoción.

Ah, pero ¿qué querías?, no lo se.

El mundo de los sentires es extraño sabes,

es extraño porque los humanos somos extraños,

somos extraños porque le tememos a sentir o a hablar de los sentires porque se pueden volver reales, entonces lastimamos y nos lastimamos.

Pero sin duda besas rico.